Qué maravilla de viaje, y muy bueno el texto. Me vi en una dicotomía parecida en Cuba (salvo que allí el turismo ya es una necesidad y lo que se espera de nosotros es que sigamos las flechas).
Sí, me temo que son fases distintas de un mismo proceso. Aquí me llamó especialmente la atención porque está en una etapa muy inicial, cosa que en Santiago hace décadas que dejamos atrás.
Qué bien, qué difícil y qué bonito los expresas, Jorge, los sentimientos encontrados que sentimos al viajar.
Llega un momento que no sabes qué es tuyo, qué del «sistema», que es correcto, qué no. Cuánto daño haces, cuánto puedes evitar, cuánto bueno puedes aportar, qué (ir)relevante resulta el solo pensarlo. Una de las cosas que más recuerdo de cada viaje son esas conversaciones y reflexiones que solo suponen perspectivas y ninguna certeza.
Supongo, y así lo asumo ya, que todo esto que nos remueve forma parte de la experiencia de ciertos viajes.
Creo que a estas alturas la única forma razonable de viajar es esta, ser conscientes del conflicto, intentar minimizar los daños y pensar sobre qué decides hacer y qué implica.
La cuestión es que el capitalismo obliga a las comunidades a inventarse cosas para sobrevivir, cosas que con el tiempo se hacen insostenibles y acaban por perjudicar la naturaleza de las comunidades (en europa también pasa). Ojalá algún día podamos acabar con la sed de "nuevas experiencias lejos de casa" y consumismo de visitas, aunque espero que ese día, las comunidades locales puedan vivir tranquilas y de forma autónoma sin la necesidad de recibir turistas para sobrevivir.
Qué maravilla de viaje, y muy bueno el texto. Me vi en una dicotomía parecida en Cuba (salvo que allí el turismo ya es una necesidad y lo que se espera de nosotros es que sigamos las flechas).
Muchas gracias.
Sí, me temo que son fases distintas de un mismo proceso. Aquí me llamó especialmente la atención porque está en una etapa muy inicial, cosa que en Santiago hace décadas que dejamos atrás.
Me ha encantado. A veces creo que, o bien viajamos como exploradores del National Geographic, o es inevitable ser un turista más.
Qué bien, qué difícil y qué bonito los expresas, Jorge, los sentimientos encontrados que sentimos al viajar.
Llega un momento que no sabes qué es tuyo, qué del «sistema», que es correcto, qué no. Cuánto daño haces, cuánto puedes evitar, cuánto bueno puedes aportar, qué (ir)relevante resulta el solo pensarlo. Una de las cosas que más recuerdo de cada viaje son esas conversaciones y reflexiones que solo suponen perspectivas y ninguna certeza.
Supongo, y así lo asumo ya, que todo esto que nos remueve forma parte de la experiencia de ciertos viajes.
Gracias.
Creo que a estas alturas la única forma razonable de viajar es esta, ser conscientes del conflicto, intentar minimizar los daños y pensar sobre qué decides hacer y qué implica.
Gracias a ti!
que no es poco, Jorge, la verdad... Muchas gracias por compartir tus reflexiones.
Gracias por hacer evidente las contradicciones.
La cuestión es que el capitalismo obliga a las comunidades a inventarse cosas para sobrevivir, cosas que con el tiempo se hacen insostenibles y acaban por perjudicar la naturaleza de las comunidades (en europa también pasa). Ojalá algún día podamos acabar con la sed de "nuevas experiencias lejos de casa" y consumismo de visitas, aunque espero que ese día, las comunidades locales puedan vivir tranquilas y de forma autónoma sin la necesidad de recibir turistas para sobrevivir.
Gracias por el texto.
Regusto amargo, quizás el principio del replanteamiento. Pero como no cabe el optimismo yo ya veo esos collares de flores...
Cuestión de tiempo, pero me temo que sí