Esta semana escribo en Bonviveur sobre la memoria y la romantización que hacemos a través de ella. Hace un par de días hablaba en el congreso de comunicación gastronómica de The Foodie Studies sobre la relectura de los clásicos, sobre tratar de volver a ellos con otra mirada, sin toda esa carga que nos han transmitido sobre ellos, sin la reverencia. Hablaba de tratar de leerlos como si nos los encontrásemos por primera vez y sin saber quiénes son.
Sería o no su mejor papel, pero me encantó ese Ahab. El sonido de su no-pierna... Clavar la moneda en el mastil para el primero que avistara aquella maldita ballena blanca.
¿Eras más abierto a otras músicas o se ha estrechado la posibilidad (alfadiversidad/betadiversidad, que son conzetos a los que apelo cada 2x3)? Cuando éramos jóvenes, delgados e inmortales, en cualquier radiofórmula (ehem, Los 40) te caían Obus, Raphael, Mecano, Depeche y Alaska en 15 minutos.
Mi impresión (inevitablemente desde lo superficial) es que los últimos fastos emilianos han contribuido a desdibujar el pensamiento de la eximia condesa. Me resultó particularmente interesante la lectura que hace Pilar García Negro.
Me gusta el cine con años.
Sería o no su mejor papel, pero me encantó ese Ahab. El sonido de su no-pierna... Clavar la moneda en el mastil para el primero que avistara aquella maldita ballena blanca.
¿Eras más abierto a otras músicas o se ha estrechado la posibilidad (alfadiversidad/betadiversidad, que son conzetos a los que apelo cada 2x3)? Cuando éramos jóvenes, delgados e inmortales, en cualquier radiofórmula (ehem, Los 40) te caían Obus, Raphael, Mecano, Depeche y Alaska en 15 minutos.
Y, ya desde una perspectiva más centrada en lo gastronómico, la de Paz Moreno en De la página al plato.
Mi impresión (inevitablemente desde lo superficial) es que los últimos fastos emilianos han contribuido a desdibujar el pensamiento de la eximia condesa. Me resultó particularmente interesante la lectura que hace Pilar García Negro.