Para mi Berlín es muy sí. ¡ Me encanta ! Hubo un tiempo en mi vida en que tenía bastante contacto con Alemania, y a Berlín habré ido tres o cuatro veces. Siempre alojado en la zona este, que en aquel tiempo todavía tenía notables diferencias con la oeste. Abrir la puerta del vagón de metro a mano (brazo), como quien abre las puertas del averno, por ejemplo :-D El tranvía (para mi, desde entonces, siempre "tram") era todavía como el de la película "Cortina rasgada" y el barrio olía a cerveza, porque había una fábrica pequeñísima que la elaboraba.
... y que suelo decir que debo tener cara de cachorro mojao, porque me adoptan rápido. Sin hablar más que dos o tres palabras en alemán (con el tiempo mejoré) hablaban conmigo. Era fácil comunicarse con ellos. Personas amables y abiertas. Que incluso un día que estaba pocho, en un local en que paramos a cenar, y yo no quería tomar nada, la persona que regía la cocina me vino con un tazón de caldo porque me había visto mala cara.
Mi inclinación a ayudar a los turistas despistados que me encuentro por Madrid creo que viene de lo mucho que me ayudaron los berlineses que me encontraban perdidísimo.
Hola Jorge,
Altamarea acaba de reeditar un libro que creo que te interesará: "Contra los gourmets" de Vázquez Montalbán. https://altamarea.es/producto/contra-los-gourmets/
Enhorabuena por tu trabajo.
Para mi Berlín es muy sí. ¡ Me encanta ! Hubo un tiempo en mi vida en que tenía bastante contacto con Alemania, y a Berlín habré ido tres o cuatro veces. Siempre alojado en la zona este, que en aquel tiempo todavía tenía notables diferencias con la oeste. Abrir la puerta del vagón de metro a mano (brazo), como quien abre las puertas del averno, por ejemplo :-D El tranvía (para mi, desde entonces, siempre "tram") era todavía como el de la película "Cortina rasgada" y el barrio olía a cerveza, porque había una fábrica pequeñísima que la elaboraba.
... y que suelo decir que debo tener cara de cachorro mojao, porque me adoptan rápido. Sin hablar más que dos o tres palabras en alemán (con el tiempo mejoré) hablaban conmigo. Era fácil comunicarse con ellos. Personas amables y abiertas. Que incluso un día que estaba pocho, en un local en que paramos a cenar, y yo no quería tomar nada, la persona que regía la cocina me vino con un tazón de caldo porque me había visto mala cara.
Mi inclinación a ayudar a los turistas despistados que me encuentro por Madrid creo que viene de lo mucho que me ayudaron los berlineses que me encontraban perdidísimo.