Un décimo aniversario que, en realidad, celebra 18 años
Ese punto en el que trabajo e historia personal se entremezclan
El lunes pasado asistí a un brindis por el décimo aniversario de Galicia Fórum Gastronómico, un evento que —a veces cada año, a veces en años alternos- se celebra aquí, al lado de casa.
Un evento que cumple años no supone una gran noticia. Probablemente no es lo que te esperas al entrar aquí, pero dame un minuto para explicarme, porque el aniversario del Fórum tiene mucho que ver conmigo.
En primer lugar me gusta esa imprecisión -quizás sea más adecuado decir esa ambivalencia- del décimo aniversario. El Fórum abrió sus puertas en Galicia en febrero de 2008. No hace 10 años. Lo que ha habido desde entonces, cambio de localización y pandemia de por medio, es diez ediciones. Diez ediciones en 18 años. Así que el lunes celebrábamos un décimo aniversario, pero también casi dos décadas de historia.
Y digo que celebrábamos porque yo lo celebré como parte del equipo que trabaja en esa cita en 2025, pero también porque con aquel primer encuentro de 2008 empecé, de alguna manera, a hacer lo que sigo haciendo hoy. Así que la historia del Fórum y la mía no son la misma, pero a veces, y durante un buen trecho, van de la mano.
El pasado domingo, celebrando en el escenario esos 18 años
Finales de 2007. Yo tenía un trabajo que no me gustaba. En 2004 había comenzado a escribir un blog que me entretenía y me permitía desconectar un poco de aquel ambiente tan poco apetecible. En 2005 el periodista Alejandro Macías me llamó para hacer una sección semanal sobre gastronomía en su programa de Localia TV Santiago. Más o menos por aquella época, Raquel Peláez -hoy en El País y autora de uno de los mejores ensayos sobre la cultura española publicados en los últimos años- me llamó para tomarnos un café en la mesa de la ventana del Suso y proponerme escribir en una revista que acababa de lanzar y que dirigía.
La revista tuvo una vida efímera, Raquel se fue a Madrid y después a Londres y yo me quedé, haciendo mi sección de cinco minutos a la semana y escribiendo cosas aquí que leía bastante menos gente que mi blog, más que nada por amor al arte, aquí y allá.
Y a finales de 2007 un amigo cocinero, Gonzalo, del desaparecido El Mercadito, me llama para decirme que le han propuesta una charla en un evento nuevo, que tendrá lugar en unos meses, que le sugieren que la haga acompañado de alguien y que había pensado en mí para ese papel.
Al poco tiempo contactan conmigo por otro lado: el evento en cuestión -El Fórum- está preparando un encuentro de blogs gastronómicos, algo que hoy suena a historia antigua, pero que entonces fue pionero. Nunca nadie había juntado, en España, a autores de ese formato que por entonces contaba con poco más de tres años de historia entre nosotros.
En fin, resumo un poco: llegó el día y aquel cocinero y yo presentamos nuestro trabajo entre los nervios y la excitación de la novedad. Aún recuerdo los platos: hablábamos de influencias entre Galicia y América a través de las migraciones y presentamos un churrasco de lubina con grelos y unas papas de millo -gachas de harina de maíz- con algas. También celebramos, al día siguiente, el encuentro de blogs. Y todo fue bien y el ambiente resultó inolvidable.
Aquella primera participación de 2008
Pero ocurrió otra cosa: de pronto, yo, que no había hecho más que escribir en medios locales, me vi en un escenario. El mismo por el que, en tres días pasaron, entre otros Ferran Adrià, Rene Redzepi, Carme Ruscalleda, Jordi Roca, Eneko Atxa, Seiji Yamamoto, Sacha Hormaechea, Nandu Jubany…
Y eso me abrió un mundo. De pronto, lo que yo había estado haciendo desde mi oficina, presa del aburrimiento, tenía sentido, encajaba y encontraba un amplificador. Pero aún más: no éramos la pieza accesoria. O sí, pero nunca lo sentimos de ese modo. Por supuesto que el centro eran los Adrià, Roca y compañía, pero nunca se marcó esa distancia. Es más, ahí conocí, entre otros, a Ferran.
Ese dato es importante, porque un año más tarde, un día, sonó el teléfono y al descolgarlo escuché: “Hola, Jorge. Soy Ferran, nos conocimos en el Fórum”. Cuando entendí que aquello no era una broma, me di cuenta de muchas cosas. Entre ellas de que mi vida, al menos en lo laboral -no sabía que también en lo personal- estaba cambiando a más velocidad de la que había imaginado.
El encuentro de blogs de 2008
Acelero un poco: 2010, volví al escenario para hablar de repostería conventual. En 2012 no estuve. Para entonces vivía en Sevilla y el ambiente por aquí se había enrarecido, no con el Fórum sino con todo lo que había alrededor del mundillo gastronómico local. Lo resumo con una frase basada en el título de un disco de El Último de la Fila: cuando el dinero entra por La puerta, el amor salta por la ventana. La crisis, que hizo mucho daño; la posibilidad -real o imaginada- de hacer dinero extra en un contexto en el que esas oportunidades no abundaban o, al menos, de asomar cabeza. Las puñaladas. Qué pronto nos cargamos aquel ambiente tan ilusionante de un par de años antes. Me quedé en Sevilla y creo que hice bien.
En 2014 regresé, para presentar, entre otros, a Andrés Medici, un cocinero que ahora ejerce en Marbella y al que le tengo verdadero cariño. Y así, cada vez un poco más, hasta ahora.
A medida que mi carrera en esto de escribir sobre gastronomía se asentaba, mi participación en Fórum crecía hasta que, no sé muy bien cuándo, quizás hacia 2019 -o quizás alrededor de 2021, las fechas alrededor de la pandemia me patinan un poco- me propusieron integrarme un poco más, participar en algunas decisiones, poder sugerir nombres para los escenarios, para los premios y para los talleres. Así seguimos hasta hoy, en esa misma dinámica de continuar siempre por el medio, cada vez un poquito más.
Con el panadero Guillermo Moscoso. 2017?
Con eso habría suficiente como para celebrar, como para sentir ese brindis del otro día como propio, pero hay más. Por un lado, en 2010 conozco a Anna, en 2013 regresamos a Galicia y a partir de 2017 o por ahí -no recuerdo exactamente- ella empieza también a hacer cosas para el Fórum.
Por otro, desde febrero de 2008 hay gente con la que coincido en cada nueva edición. A Isaac, hoy una pieza imprescindible alrededor de la que gira todo este gran circo, lo conocí en una comida con Pep Palau, el primero que me dio cancha en este circo, en El Mercadito. Son ya unas cuantas horas de vuelo juntos, con uno y con el otro. Poco después conocí a Ana, que dirige actualmente el evento.
Y con ellos a Juanjo -el Xiquet- a Ferran, creo que Marc andaba ya también por allí; a Paz, a Nati, a Severine, a David, A Edgar, a Quico… En la actualidad El Forum da trabajo durante los días en los que se celebra a cerca de un centenar de personas. Muchas de ellas llevan ahí 10, 15, 18 años. Con muchos ha ido creciendo una confianza, una alegría de volver a encontrarse y una capacidad de trabajar juntos, cada uno en su puesto, que muchas veces soluciona las cosas con solamente una mirada, un gesto o un golpecito discreto, desde atrás, en el codo.
Con Anna y Jesús Sutil. 2019 o por ahí.
El primer año a muchos de ellos los conocíamos como “los nazis”. Nunca sonreían y nunca dejaban pasar una: ni un minuto tarde, ni un pie fuera de la marca. Hoy sé que son el mejor equipo de regidores y cocineros que he visto -y he visto muchos- una bloque de granito sin una sola fisura y que, en realidad, estaban pastoreándonos, enseñándonos a estar donde teníamos que estar y asegurándose de que nuestro entusiasmo inocente no entorpeciese el trabajo de otros.
He aprendido mucho de ellos. Nos vemos, ahora, cada seis o siete meses, quizás una vez al año, pero es un gusto volver a trabajar con ellos y siempre deja un cierto regusto triste el abrazo de despedida hasta la próxima edición.
Con el charcutero Xesc Reina. Diría que en 2017, pero no me hagas mucho caso
He aprendido, también, a confiar y a tratar de ser generoso, como lo fueron conmigo. Se va sumando gente -Gerson, Romero, Raquel, María, Bea, Yanet…- a la que intento, como los demás, ponérselo fácil y hacer, en lo posible, que disfruten. Porque son parte de esto, porque están llegando, como llegué yo, y porque si ellos funcionan, todos funcionamos.
Al Fórum, como ves, le debo mucho. Le debo haberme asomado a un mundo que hoy es mi mundo; le debo haber confiado en mi y haberme hecho creer que tenía algo que contar. Le debo el haberme recuperado tras esa edición de ausencia, con las aguas aún un tanto revueltas. Otro día os cuento un viaje atravesando Lanzarote, cinco personas de buena talla, una de ellas un conocido cocinero, en un coche diminuto de alquiler con unas lubinas que estaban pasando demasiado calor. Y muchos consejos, muchos ejemplos prácticos, muchos contactos, pero también muchas -muchísimas- risas, experiencias inolvidables y momentos difíciles de repetir. Hemos hecho cosas juntos en Santiago y en Coruña, pero también en Barcelona y más allá. Y todas han sido, durante unos días, casa.
Con Iván Domínguez y Javier Olleros, quizás hacia 2015, en Barcelona
Es trabajo, por supuesto que es trabajo. Pero el otro día me lo decía una periodista que vino este año por primera vez: es el único evento en el que todos, desde los directores hasta los técnicos de sonido, nos hacemos una foto juntos al final y nos buscamos para darnos un abrazo de despedida. El único en el que, al día siguiente, antes de que muchos se suban a un avión para volver a su casa, tenemos una comida, ya sin uniformes y sin micrófonos, para celebrar.
Todo esto, además, llegó a mi vida en un momento crucial. Al terminar la segunda edición ya había decidido que mi vida iba a ser eso. Y aquí sigo. Llegó también en un momento en el que había tenido una hija, en el que me separé, cambié de ciudad, sufrí un despido improcedente, puse en marcha un trabajo con la indemnización, me tragué la mayor crisis económica del siglo con ese negocio -y una hija- en pañales; crecí un poco profesionalmente, pero también me di unos cuantos batacazos, me recompuse como pude, volví a Galicia, empecé una vez más prácticamente desde cero. Y creo que, aparte de Anna, una de las pocas constantes en ese proceso ha sido esta cita que ha vuelto, hasta hoy, diez veces.
La primera (de unas cuantas) con Andrés Medici
¿Soy lo que soy gracias al Fórum? No lo sé. Probablemente sería injusto cargarles a ellos toda la responsabilidad -habrá quien diga que toda la culpa- pero sí que estoy seguro de que tiene mucho que ver. Me dio las herramientas y, sobre todo, el convencimiento que me hacían falta en aquel momento, como años después me dio una puerta de entrada para volver a un lugar en el que se me habían cerrado muchas otras.
Así que ese brindis del lunes fue mucho más que un formalismo, que una sonrisa para la foto. Fue, por mi parte, una manera de dar las gracias, pero también un recordatorio de que las cosas cambian y de que, en ese proceso, más te vale estar rodeado de gente que confía en ti y en lo que haces.
Gracias por seguir ahí una semana más.