Tengo noticias que dar.
En unas horas comienza AMODO, el evento en el que Anna y yo hemos estado trabajando los últimos meses y que sumado al día a día y a algunos imprevistos -viaje al otro lado del mundo incluido- me tiene sin tiempo, sin aliento, pero, eso sí, con bastantes más ojeras que hace no demasiado.
Es un encuentro pequeñito, pero en el que la mayor parte del tiempo la hemos dedicado a que quien venga se encuentre a gusto. Amodo, en gallego, quiere decir despacio, sin prisa. Ahora mismo no veo el momento de sacármelo de encima de una vez, pero sé que cuando pase, cuando dejemos de correr, volveré a tenerle el cariño que le he tenido en los últimos meses. Las cosas saldrán mejor o peor -espero que sea lo primero, para qué voy a mentir. A eso hemos dedicado un montón de horas- pero cada una de las piezas está ahí por algo y tiene bastante de cómo vemos el mundo de la gastronomía y del turismo ahora mismo.
Aquí estoy, hace unos días, en Cali con mi jet lag, mi cansancio y la sonrisa que me puso en la cara de manera permanente Colombia, olvidándome por un tiempo de entregas, plazos y horarios.
Eso es lo que más tiempo me ha restado desde el verano, entre otras cosas para estar por aquí, pero se acaba a mediados de semana, así que poco a poco volveré a ser una persona razonablemente funcional.
La noticia, sin embargo, no es esta. El hecho de que no llegue a todo no es ya, imagino, una novedad para nadie. La culpa es del síndrome del freelance, de decir que sí a todo porque no sabes lo que va a pasar dentro de dos meses, o tres, o seis. Así llevo casi 17 años y, mejor o peor -crisis económicas mundiales y pandemias globales de por medio- al final las cosas van saliendo. Pero evidentemente no aprendo y sigo con ese miedo irracional en el cuerpo que me lleva, con demasiada frecuencia, a ir al límite de tiempo y de fuerzas.
Pero no es eso, insisto. Hoy quería hablar, aunque sea muy brevemente, de libros. De libros míos, por una vez.
2025 y 2026 van a ser, si no hay sustos inesperados, bastante movidos en este sentido. Empecemos por el principio. O por el final, según se mire. El libro de la empanada: si me lees desde hace un tiempo sabes que hace casi seis años que tengo este proyecto y que hace dos o tres que debería haberse publicado.
Primero la buena noticia: se publicará. Ahora la otra: espero saber cuándo en las próximas semanas. Una serie de circunstancias desafortunadas lo ha ido posponiendo y aquí estamos. Pero saldrá. Y saldrá pronto. Si te interesa este libro, permanece atento, que pronto tiene que haber noticias.
Hay más: acabo de firmar mi primer contrato editorial razonablemente grande. Estoy feliz, porque reúne aquello para lo que me formé con aquello con lo que trabajo y lo hace, además, en una editorial con un catálogo envidiable. Formar parte de él da un cierto vértigo. No puedo contar más por el momento, pero hacia final del año o comienzos de 2026 habrá sorpresas por ahí.
Y hay al menos otros tres proyectos editoriales encima de la mesa, dos de los cuales están ya bastante encauzados y deberían ver la luz bastante antes. De estos sí, en particular de uno, tendrás noticias pronto.
Todavía hay una propuesta más, más verde, pero también ilusionante y que espero cuajar pronto. Todo esto, además, junto a un libro de ficción en el que trabajo desde hace un tiempo que quién sabe si ahora que he tomado carrerilla, terminará por cerrarse finalmente.
Por aquí, por la Reserva Nacional Natural Uramba, estuve perdido unos días.
Es mucho, sí. Y al mismo tiempo lo que acabo de contar es apenas nada. Es un primer anuncio, si quieres, una justificación -otra más- de mis frecuentes desapariciones. Es el motivo que me tiene escribiendo a tiempo casi completo y que seguirá haciéndolo en los próximos años. Siempre he dicho que, si pudiera elegir, me gustaría dedicarme en exclusiva a escribir. Lo hago, en buena medida, pero hace mucho, seguramente demasiado, que no publicaba un libro. Bueno, vamos a irle poniendo remedio.
No creo que llegue a dedicarme nunca en exclusiva a escribir libros. Si el mundo del periodismo está complicado en cuestión de tarifas, el editorial, en particular si no escribes novelas de misterio y tienes mucha suerte, es al menos igual de trágico. Pero ocurra o no ocurra, aquí estamos, poniendo los mimbres para que lo que sea no se deba a que me quede quieto.
Así que vuelvo pronto, en unos días, espero. Liberado ya de un proyecto ilusionante aunque intenso y centrándome cada vez un poco más en todo eso, tan vago -sobre todo para ti. Si lo cuento es porque está todo bastante amarrado- como ilusionante. 2025 va a ser un año interesante. Y no sólo porque en su penúltimo día cumpla 50, que es una edad como cualquier otra, pero con una sonoridad particular.
Gracias por seguir ahí una semana más.
¡ Estoy entusiasma - DO ! 🤗🤗🤗
Me apunto para una presentación del libro de empanadas con derecho a empanada y al autógrafo- en Lisboa, la otra patria de los gallegos! Enhorabuena y que las buenas noticias continúen a seguir, una tras la otra 🥰