Se acabó el año. Para mí de hecho, lo hizo un poco antes, el lunes día 30, cuando estuve de cumpleaños y empezó el que será mi quincuagésimo año de vida ¿Da vértigo? No, quizás el 30 de diciembre del año que viene, cuando la cosa se oficialice, lo haga, pero de momento nada. Aún así, tiene uno la sensación de que no es un año más, de ir a cruzar una de esas barreras simbólicas que no sirven de mucho, pero que nos ponemos de vez en cuando.
Buenaventura, Colombia
Así que, supongo que va con la edad, últimamente recapitulo mucho. Y hoy lo he hecho revisando fotos de este 2024. No porque quiera hacer una lista de lo mejor de los últimos meses, sino por por volver a momentos que me han hecho feliz. Mucha música, bastante viaje. Muchísimas carreteras secundarias, algún plato.
Dolmen del Alto de la Huesera (Álava)
He vuelto a Sevilla, a Cádiz, a Málaga; nos pilló una DANA en Barcelona, he viajado a Sicilia, a Florencia y al Pacífico colombiano. He regresado a Bilbao y a San Sebastián, a Ávila, a Salamanca, a Extremadura, a Mallorca.
Ragusa
He buscado dólmenes entre Navarra, Álava y La Rioja, nos hemos despertado en plena dehesa cacereña, he visitado alguna de las pocas partes de Portugal que me faltaban por conocer: Idanha-a-Velha, Monsanto… En algún lugar entre Vegaviana y Cilleros (Cáceres) se nos pinchó una rueda.
En este taller en Cilleros (Cáceres) pasamos una tarde
He visto en directo a Depeche Mode, a Megadeth, a The Offspring, a Rodrigo Cuevas, a Avenged Sevenfold, a Corey Taylor, a Accept… He visto a Ana Belén, estupenda, en una obra de teatro espantosa. He vuelto, siempre vuelvo, a la sala de Zurbarán del Museo de Bellas Artes de Sevilla; he firmado un contrato que me hacía mucha ilusión y he dejado atrás otros que no me hacían tan feliz.
La entrada a la sala Zurbarán del Museo de Bellas Artes de Sevilla
He tenido la suerte de llegar a ese punto laboral en el que puedo decir que no, si quiero. Mi hija a cumplido 18 años y sigo planificando cosas con Anna cada día. Ha sido un buen año.
Avenged Sevenfold
2025 también lo será, previsiblemente, pero hoy toca cerrar este 2024 en el que he ido un poco más al cine, he visto menos series, no he leído tanto como me gustaría -por ocio, por trabajo me he hartado- estrené gafas y probé platos memorables en Ca Na Toneta, en Culler de Pau, en Casa Chuchu, en Arrea!, en La Nueva Allandesa, en Demaio o en La Barra de El Faro.
He ido a muchos restaurante, pero también me he cuestionado un poco más para qué, por qué quienes escribimos decidimos hacerlo sobre determinados formatos y dejar otros en la sombra, qué nos lleva a tomar esa decisión, de dónde viene, para quién, qué perpetuamos y qué condenamos a no aparecer en el primer plano ¿Qué estamos haciendo con ese gran circo al priorizar unas cosas, prescindir de otras y obviar, entre unas y otras, un hartazgo creciente? ¿A quién ayuda? ¿Qué pasará cuando volvamos a leernos, dentro de 20 años?
En un contexto en el que el poder adquisitivo de la mayoría de quien me lee -de quienes nos leen a todos- baja o al menos no sube, termino el año leyendo un texto sin un ápice de crítica o de contexto sobre un viaje en tren que cuesta el equivalente diario al salario mínimo y me pregunto si definitivamente hemos perdido el norte o si soy yo. O quizás es un poco de ambas cosas.
Esta newsletter sigue creciendo, aunque haya sido, la pobre, la que ha pagado siempre mis cambios de ritmo, mis encargos de última hora y mis imprevisiones. Cada vez vivo un poco más de escribir.
Hace 30 años me sentaba alguna vez en una de las mesas del París con una libreta. Quería escribir. No sabía muy bien cómo se hacía, pero quería escribir. No es que ahora lo tenga mucho más claro, pero vivo de ello en buena medida. Mi día consiste, básicamente, en sentarme delante de un ordenador y poner por escrito cosas: para mí, para otros, textos que se publican de inmediato, libretas que se van acumulando y que no sé si algún día alguien editará, textos de los que estoy realmente orgulloso, textos que, a veces, son un trámite. He hecho un cálculo: tecleo, aproximadamente, entre 600 y 700 páginas de texto final al año.
Es interesante, porque en los últimos tiempos he ido cuestionándome una idea de trascendencia, de hacer las cosas para los demás, de legado. Pero ahí sigo, haciendo cada vez más algo que, por definición es para los demás y para el futuro. Me gustaría saber por qué, porque, en realidad, me cuesta verme haciendo otra cosa.
Ca Na Toneta (Caimari, Mallorca)
2024 ha sido el año de las dudas. De la tranquilidad, a veces, del exceso de trabajo y de la necesidad de parar un poco; de preguntarme por qué, de añorarlo cuando no lo hago y de hartarme cuando lo estoy haciendo. Nunca hay un término medio. Quizás es eso, buscar el equilibrio entre una cosa y la otra, entre lo que tengo que hacer y lo que quiero. Me voy acercando, creo. Espero. Elegir qué sigue conmigo y qué se va también es parte del proceso, una parte que estoy aprendiendo a apreciar.
Habrá que brindar por todo eso.
Gracias por seguir ahí una semana más.