*Este texto nace de ordenar ideas tras haber leído La Gastronomía dei Libri, de Gastroillogica.
Subí a la colina de Graça buscando la rua Damasceno Monteiro. Acababa de leer una entrevista a Antonio Tabucchi en la que afirmaba que había tomado el nombre que incluye en el de su novela -ambientada en Oporto, curiosamente- del de una calle de Lisboa.
Según cómo las mires, las ciudades son una sucesión de imprevistos que se entrecruzan sin que haya un sentido detrás: un barrio, un nombre de una calle, una vista, una placa en una pared como la que encontré en Milán de camino a un mercado, antes de ir a buscar la Fondazione Feltrinelli y que me llevó a la Italia de entreguerras. Re dello Swing. Con un reclamo así sólo me quedaba ponerme a buscar.
Volviendo a Lisboa, en aquella ocasión había viajado con mis padres. Creo que fue el último viaje que hice con ellos antes de independizarme. Subíamos hacia la Rua Voz do Operario -otra historia curiosa, la de esa sociedad y ese periódico cuyo edificio de los años 30 sigue allí- y se me ocurrió ir a la búsqueda de la calle que daba nombre a la novela que acababa de leer.
Muy cerca de ella encontré un barrio curioso, apenas dos o tres calles: Estrela d’Ouro. Me quedé con el nombre porque justo unas horas antes habíamos comido en otra estrella, en este caso el restaurante Estrela da Sé, en el que el propietario nos había contado, al escucharnos hablar, que su mujer era gallega y que en la ciudad había una comunidad importante con origen en Galicia.
Pasaron casi 20 años y el periodista Duarte Calvão me presentó a José Manuel Cima Sobral, un nombre histórico de la hostelería de Lisboa. Gallego también, de la provincia de Pontevedra, Cima llegó a Lisboa con sus padres en los años 40 para trabajar en hostelería. Su tío Claudino fue uno de los fundadores del restaurante Gambrinus y su padre fue gerente del Aquário antes de fundar con otro gallego una sociedad que gestionaba restaurantes clásicos de la ciudad como el Mónaco o el Deck Bar.
Restaurante Cimas English Bar, entre Estoril y Cascais
Y a comienzos de los 50 le alquilaron el English Bar -hoy Restaurante Cimas English Bar- de Estoril a su fundador, el militar británico retirado Horace Bass, que lo había convertido en lugar de encuentro de espías durante la Guerra Mundial. Entre esos espías estuvo Dusko Popov, en quien se dice que Ian Fleming, que lo conoció en Estoril en 1941, se inspiró para crear el personaje de James Bond y al que José Manuel atendió en sus primeros años.
El Cimas sigue allí. Y el señor Cima Sobral también, si no me equivoco, a sus ochenta y bastantes años. Uno puede aún entrar en esa sala congelada en el tiempo y disfrutar del ambiente de los años de la guerra, cuando Lisboa fue un lugar de idas y venidas de espías, militares y contrabandistas. Si alguien abre la ventana, el ruido de la Avenida Marginal acabará pronto con la fantasía, pero mientras eso no pase, el lugar mantiene su encanto de otra época.
Un mozo de carga gallego en Lisboa hacia 1910. Archivo Histórico de la Cámara Municipal de Lisboa.
Pasaron otros cuatro o cinco años y el cocinero André Magalhães me presentó a Borja Cid, tercera generación de Casa Cid, un bar junto al mercado da Ribeira, abierto por sus abuelos, también gallegos. André me había hablado de aguadores gallegos, de taberneiros, de la relación de alguno de ellos con la popularización de la ginjinha en la ciudad… Conseguimos almorzar en Casa Cid con Borja justo antes de que la turistificación del barrio acabase definitivamente con aquella taberna abierta en 1913.
Hace algo más de un año empecé a trabajar en un proyecto que nunca llegó a salir adelante. Quien sabe si en algún momento en el futuro lo hará. Era una historia de los taberneiros gallegos en Lisboa. Y rebuscando información llegué al Senhor Agapito, un gallego que hizo una enorme fortuna con la panadería en Lisboa y que construyó para sus empleados un barrio: Estrela d’Ouro, aquellas calles que había encontrado por casualidad en un viaje hace unos 25 años. El Senhor Agapito fundó también el Cinema Royal, en el que se proyectó la primera película sonora de la historia de Portugal, y el centro Juventude da Galiza, que es aún hoy el centro gallego de la capital portuguesa.
La desaparecida Casa Cid.
Si tienes curiosidad por conocer el barrio del Senhor Agapito, busca las ruas María Josefa, Virgina y Rosalía y deja que las estrellas en el suelo te vayan guiando.
En nuestra última visita a Lisboa cenamos en la Taberna Albricoque, junto a la estación de Santa Apolonia. En el comedor de atrás, en la pared, una placa recuerda a los fundadores gallegos.
Me gusta pensar en los paisajes -las ciudades lo son- como un milhojas en el que se superponen capas de historia. Y en la gastronomía como en un pulpo de mil patas que cuela sus tentáculos entre esas capas, apareciendo donde uno menos se lo espera.
Me gusta andar por las ciudades dejando que esas casualidades se vayan entrelazando. En muchos casos no ocurre nada, pero cuando pasa, cuando unas historias llevan a otras, es fantástico, entre otras cosas porque es algo que no puede replicarse de manera intencionada.
He vuelto a Graça muchas veces. Las últimas nos sentamos a tomar un café y una nata en un bar sin especial encanto en el Largo. Y me acordé, mientras tomaba el café, de cómo una novela ambientada en Oporto acabó por llevarme hasta el barrio de Graça y hasta el Senhor Agapito.
Muchas gracias por seguir ahí una semana más.
Algunos enlaces
La cultura de la arquitectura necesita una revisión es el nombre de una serie de artículos que está publicando Architizer en los que se revisan algunas dinámicas de la profesión.
Esta serie entiende cultura como la serie de normas y hábitos compartidos por los miembros de una comunidad, en este caso un estudio de arquitectura, una facultad o el conjunto del sector. Y algunas de los hábitos que detecta son:
Exceso de horas de trabajo
Salarios bajos y, en el caso de los becarios, incluso ausencia de salario
Trato no igualitario de los diferentes trabajadores
Excesiva competición interna
Falta de transparencia
Sensación de que “hay que pasar por ello” para consolidarse
Casi cada línea sería aplicable a la gastronomía. O a la escritura gastronómica. Con la única diferencia de que por aquí todavía nos negamos a ver al elefante en la habitación. Y para sacarlo de la habitación primero deberíamos ponernos de acuerdo en que está ahí. O al menos en que existe. En fin, poco a poco.
Lo que he leído
The Storyteller, la biografía de Dave Grohl.
Entretenida y bastante previsible. Si has leído alguna biografía de músico de rock, poco más o menos sabes por dónde va: infancia siendo un bicho raro, la vida en la carretera antes de ser una estrella, “soy una celebridad mundial, pero sigo con los pies en la tierra” y, al final, todo ha valido la pena.
Café para los muy cafeteros.
Lo que he visto
Smile. Es cierto que abusa un poco de los efectos sonoros y del susto imprevisto; es verdad que al final se desinfla y es verdad también que no aporta demasiado al cine de terror contemporáneo. Pero a ratos da miedo y, sobre todo, crea algunas imágenes que se te van a quedar grabadas y que supongo que acabarán siendo iconos del género. Y eso no es algo que pase con frecuencia.
Lo que he escuchado
Esta semana cumplía 80 años George Benson, uno de los grandes guitarristas de jazz contemporáneo…
…y un músico con la rara capacidad -no estoy seguro de que sea una virtud- de estar con frecuencia al límite de lo hortera. A veces de un lado…
… y a veces del otro.
Aún así, aunque se ha esforzado durante décadas por hacernos dudar, en el balance puede más lo positivo.
30 años después de sus grandes éxitos y tras una trayectoria posterior llena de bandazos -de cantar para Van Halen a tocar con Rihanna o a giras en pubs con apenas un par de cientos de espectadores- vuelven Extreme. No estoy seguro de que sea un regreso necesario, pero al menos no resulta patético, que ya es bastante, visto lo visto. Y despierta cierta nostalgia, al menos a mí, que hasta llegué a pintarme las uñas de negro, como Nuno, para tocar en concierto.
Lisboa
Voy en 15 días de nuevo a Lisboa, alguno de tu lista va a caer seguro. Graciñas por compartirlos!
Que maravilha de artigo 🤩