Dejo billetes de avión en los libros que me llevo de viaje. Así, cuando los encuentre en el futuro, me acordaré de aquellos días. Puede que no vuelva a ese libro nunca y que lo encuentre mi hija, dentro de mucho, y se pregunte a qué fui a aquel lugar. Puede que no se pregunte nada, o que no llegue a abrir el libro. Pero eso ya no es mi problema, yo me limitó a dejar los billetes.
Llevo a los viajes libros que no tengo claro si acabaré, los que llevo posponiendo un tiempo o que, por lo que sea, me parecen particularmente exigentes. En ese tiempo de avión o de tren, en el tren un poco menos, en el que no tengo conexión ni mucho más que hacer, consigo meterme mucho más en la lectura. Si un libro no me engancha ahí, no va a engancharme nunca.
También escribo. Notas en el móvil, normalmente. Siempre pienso en llevarme libreta y bolígrafo, pero la mesita de 20x30, a codazos con el viajero del asiento contiguo, no suele ser, entre eso, las turbulencias y los despegues y aterrizaje, una gran idea.
Así que escribo en el móvil. A veces la tripulación de cabina me mira con cierto reproche. Pero es lo que hay. Voy en modo avión. Este texto está escrito en algún lugar sobre Portugal, volando hacia Lanzarote. Justo ahora pasamos sobre las playas de algún lugar del Algarve. Luego haré una copia, me la enviaré por Whatsapp y, ya en casa, editaré un poco.
¿Has visto alguna vez el cráter de un volcán inactivo cubierto por completo por viñedos? Parte de el texto de esta semana lo fui repensando mientras subía al pico para grabarlo desde lo alto.
Dejo billetes de avión, normalmente, en libros con los que no voy sobre seguro. Muchos acaban por sorprenderme, probablemente porque no los tenía claros al salir de casa, porque no tenía referencias sobre ellos. O porque no esperaba nada.
Hoy me pasó con Panza de Burro. No es que no esperase mucho de él, es que pese a todo, pese al esfuerzo consciente que hago para evitarlo, sigo siendo el fruto de una casa en la que se leía mucho aunque muy poca novedad, en la que creo que se tendía a desconfiar de las novelas premiadas. O quizás no era así y fui yo el que se hizo esa idea.
Vengo de una casa, decía, en la que siempre estas rodeado de libros. Mi padre fue bibliotecario durante 44 años. Pero en casa solía haber muy pocos libros que hubiesen sido editados en los diez años anteriores. Algo de García Márquez, la mayoría de lo de Saramago, cuando estaban vivos. Poco más.
Yo intento no hacerlo. Un libro es un libro. No quiero tener con él el prejuicio que no tengo, por ejemplo, con el cine. Con la música me ocurre algo parecido a lo de la lectura, pero eso es la edad, me temo. Dicen que te haces mayor cuando deja de interesarte la música que se publica ahora y tiendes a centrarte en la que se publicó hace tiempo. Aún así lo intento. Hoy, por ejemplo, estuve escuchando a Bring Me The Horizon. Lo intento, aunque no siempre me salga bien. La banda que elegí hoy como ejemplo de música actual se fundó en 2003, leo al llegar a casa ¿Rival Sons? ¿Greta Van Fleet? ¿The Temperance Movement? En fin, eso, que me esfuerzo. Que no sea por no esforzarse.
Con la literatura suelo tener más éxito. En aviones he leído a Marta D. Riezu, a Kiko Amat, a Mariana Enríquez, a Knausgard en su momento ¿Cuándo deja uno de ser un escritor nuevo? ¿Cuando deja uno de ser un escritor nuevo para convertirse en un señor convencido de ser un escritor importante? ¿Es cuestión de edad, de tiempo o es solamente una actitud? Sea lo que sea, cuando uno llega a ese punto, ha dejado de ser nuevo y con frecuencia también deja de ser interesante.
No daba un duro, decía, por Panza de burro. Como no lo daba por Ordesa, lo primero que leí de Manuel Vilas y que empecé en un tren. Pero a las tres páginas del libro de Andrea Abreu estaba oyendo cada página en mi cabeza mientras leía, cosa que me pasa muy poco y que es la mejor señal posible. En el viaje de vuelta, tras acabar Panza de Burro compré Los Besos, de Vilas, entre la muy escasa oferta apetecible del aeropuerto. Estuve entre él, Jabois, Ethan Hawke y Mary Beard. No sé si habré acertado: señor maduro que encuentra el amor, redescubre el erotismo… de entrada me da una pereza enorme, pero es Vilas. Vamos a darle una oportunidad, a ver qué pasa.
Hay varias maneras de leer. Con frecuencia leo en diagonal, sobre todo por trabajo; a veces presto más atención. Pero cuando oigo las frases en mi cabeza es que las cosas van muy bien. Con Panza de Burro me ocurrió eso. Qué gusto. Aunque es de 2020, ahora que lo pienso; una novedad tampoco es, así que tampoco con esto estoy cancelando aquel prejuicio que creo haber heredado. Pero, si de manera consciente decido que no quiero caer en leer solamente clásicos, también debería, supongo, decidir que ser nuevo tampoco es un valor ni mucho menos definitivo.
Tampoco creo en aquello de que, dado que no vas a poder leer todo lo que te gustaría, hay que escoger bien. Me niego. Hay que curiosear, hay que equivocarse a veces, saber qué hay por ahí, encontrar cosas que te convencen, que te llevan, a veces, a otras que nunca habrían estado en tu lista inicial. Hay que planificar menos y escuchar más música, leer más, ir más al cine, probar más platos, de todo tipo. Mira que no estaremos hartos de ir a restaurantes del montón, perfectamente olvidables, e insistimos. La vida no es una sucesión de experiencias sublimes. La lectura tampoco.
Probar. Hay que probar. Hay que mantener la curiosidad. "Ella pensaba que la vida solo era una vez y que había que probar un fisquito siempre que se pudiera", leía en Panza de Burro.
Gracias por seguir ahí una semana más.
Algunos enlaces
Esto de Sergio C. Fanjul sobre el individualismo y sus implicaciones, en El País (para suscriptores. También lo tienes en la edición de hoy en papel) me pareció interesante.
Estoy redescubriendo eso de levantarme el domingo temprano, salir a comprar el periódico y leerlo con calma en un bar, gracias a Anna. Quizás es una manera de crear esa rutina de la que carezco.
Lo que he visto
Upon Entry. Si has viajado a Estados Unidos te va a dejar particularmente con mal cuerpo, pero hayas ido o no, vale la pena que la veas. Una película pequeña, de actores y tremenda.
Lo que he escuchado
¿Es esta la mejor versión del año? Podría serlo, perfectamente.
¿Tiene algo que aportar Peter Gabriel en 2023, después de 21 años desde su último disco? Probablemente sólo si tienes más de 45 años, pero lo cierto es que no suena a refrito, no suena a señor-mayor-intentando-desesperadamente-ser-moderno y suena a Peter Gabriel, que es bastante decir.
No pasará a la historia. No van a pasar los últimos lanzamientos de los Rolling Stones, de los Beatles, de Paul McCartney, así que tampoco pasará este. Esta gente ya pasó a la historia en su momento, así que la cuestión no es esa.
Y ya que los mencioné, y para devolver la media de edad a algún punto por debajo de la cincuentena, termino con Rival Sons.
También yo hago eso de dejar billetes de avión o tren o autobús dentro de los libros. Dejo también menús de restaurantes a los que haya ido, o los tickets. Una pieza en cada libro. Mentalmente me suponen como una especie de botella de naufrago, que quizá en el futuro sea una cápsula temporal para quien dentro de muchos años (espero que muchísimos :-) ) , tenga ese libro en las manos que fue de una persona a la que nunca conoció; y se haga preguntas, e imagine historias con el escaso pedazo de realidad que pueda suponer ese elemento extraño metido entre las páginas de un libro.
Saludos.