Atlas de las Carreteras Secundarias XVI: lugares para desconectar
La necesidad de no hacer nada productivo.
Incluso quienes no tenemos una rutina caemos, de algún modo, en la rutina. Mi trabajo, que tiene lugar casi cada día en un sitio distinto, haciendo cosas diferentes, tampoco está libre de esa maldición.
No me quejo. Sé que soy un privilegiado, aunque eso, a veces, cuando estás harto, cuando el día ha sido complicado, pesa. Cuesta quejarse, aunque quieras, aunque sepas que tienes razón, cuando sabes que tu trabajo es, objetivamente, algo de lo que no deberías protestar demasiado.