
Discover more from Carreteras secundarias
1
Se habla a veces de qué pasa con las redes sociales de la gente que fallece y no tiene prevista esa eventualidad. No la de fallecer, que es algo que a la mayoría no nos viene bien, sino la de qué va a pasar con sus perfiles públicos cuando eso ocurra. Poco a poco se van acumulando perfiles inactivos de gente que ya no está. Hay todo un estrato ahí, en redes, que es un gran cementerio.
Se habla menos, sin embargo, de ese depósito de cadáveres que son nuestras redes activas. Abre tu perfil, busca la pestaña en la que está la gente a la que sigues, trata de ordenarla por orden cronológico y vete a los más antiguos. Probablemente allá abajo hay un porcentaje nada desdeñable de gente a la que ya no ves, con la que ya no tienes nada que ver o a la que consideras sencillamente idiota, aunque no lo suficiente como para hacerle un desplante. En algún momento hubo un cierto cariño y algo queda, cuando nunca te decides a hacer limpieza definitiva.
Es, un poco, como aquellas agendas de teléfonos en las que se iban añadiendo nombres de gente con la que salías y, con la que en un momento dado dejabas de salir porque dejabas de considerarla interesante. O porque empezaban a considerarte un impresentable, que es una cosa que también pasa. Hay un montón de perfiles de redes sociales en cuya pestaña de gente a la que se sigue, allí en el fondo, estás tú.
Nada. Sólo quería decirlo.
2
Estoy escribiendo un poco menos sobre gastronomía, es cierto.
Me estoy quitando, en cierta manera. No es que lo deje, ni que piense en hacerlo en un futuro próximo. Bastantes cambios llevo ya en la mochila como para meterme con otro a estas alturas sin que nadie me lo pida. Pero sí que es cierto que me interesan también otras cosas y me apetece también escribir sobre ellas.
Siempre me han interesado, también es verdad. Pero digamos que son etapas, como en las relaciones de pareja. Hay una de enamoramiento, en la que solamente tienes ojitos para la otra persona y te vuelves un poco monotemático. Luego, si hay suerte, pasas a otra pantalla, mucho más interesante aunque seguramente menos de música ligera, que cantaría Cerati.
Con la gastronomía me pasa un poco eso: no me veo con ánimos para estar permanentemente en la fase monomaníaca. Hay música, hay libros, hay viajes; hay comidas mediocres que me alegran la semana, porque si solamente te la alegran las comidas excepcionales, la cosa es bastante triste. A la gastronomía ya le dedico, al menos, 8 horas al día casi todos los días del año, además de una parte importante de mi tiempo libre y de mis conversaciones, para desgracia de mis familiares y amigos de otros gremios.
También he dejado las series, así, en general. Que no tiene nada que ver, pero que era también otra fase.
3
Los cocineros no son tus amigos, nos dijo Stefano Bonilli en su casa de Roma. No lo creí. Estaba en plena fase rosa.
Stefano fue uno de los críticos gastronómicos más importantes del cambio de siglo en Italia. En algún momento se nos ocurrió escribirle para hacerle llegar una invitación a algo que habíamos organizado. Y en algún momento le pareció bien aceptar.
Nos entendimos estupendamente. Tan bien que, solamente después de un par de días en un congreso en Barcelona, nos invitó a visitarlo cuando fuésemos a Roma. Y unos meses después no se limitó a tomarse con nosotros el café de compromiso por no haber sabido quedarse callado, que es una cosa que pasa. Nos metió en su casa, nos invitó a comer en varios sitios, paseamos por la ciudad y charlamos mucho.
Los cocineros no son vuestros amigos. Son una relación de trabajo. Os toleran porque les conviene, pero cuando no les convengais, dejarán de toleraros. No lo creí. Pero luego hubo un momento -siempre lo hay- en el que dejé de convenirles. Y no quedaron tantos.
No nos lo decía con ningún tipo de ánimo de venganza hacia ese gremio, en el que tenía muchas relaciones muy cordiales, ni yo lo recuerdo así. Simplemente intentaba darnos perspectiva: no son tus amigos, es una relación laboral. Asúmelo, llévate bien, pero tenlo presente.
Después de dos décadas alrededor de este oficio tengo algunos amigos cocineros, no muchos. Algunos de mis mejores amigos son cocineros, de hecho. Pero en la inmensa mayoría de los casos tenía razón él.
La semana pasada hizo 9 años del fallecimiento inesperado de Stefano, pero no hay mes en el que no me acuerde de él, de aquellos días en Roma y de aquel consejo.
4
Creo que soy la única persona a la que conozco a la que no le gustan ni las navidades ni el verano.
Estoy deseando que llegue septiembre y volver a tener una rutina que poner patas arriba.
5
“Usera no va de nada y me flipa”, escribía en su cuenta de Twitter el productor cinematográfico Enrique Lavigne.
Tan sencillo y tan difícil de entender, parece. La falta de pretensiones, la sencillez, ser lo que uno es sin complejos, pero también sin alardes es algo realmente especial. Y raro. Tan raro que, cuando te lo encuentras, como le ocurrió a Lavigne, te flipa.
Imagino que eso es lo que hace que me guste volver a desayunar al polígono de Cobo Calleja cuando tengo ocasión y no a tomar cualquier tostada con aguacate igual a cualquier otra tostada con aguacate en cualquier sitio molón igual a cualquier otro sitio molón en cualquier otra parte que podría estar en cualquier otro lugar y daría lo mismo. Supongo que eso es lo que me llama de casas de comidas sin demasiado relumbrón, de bares de barrio y de gente que no es la que siempre se menciona. No van de nada. Y por eso me flipan.
Hay que mirar más a esos sitios que no están en el lugar hacia donde apunta el foco. Y hay que leer más a gente de otros gremios, con otros intereses y con otros bagajes. Porque muchas veces es ahí, en la mirada desacomplejada y carente de prejuicios hacia otros sectores donde se dicen, con toda la sencillez, cosas que a los que estamos todo el día entrampados con el mismo tema se nos pasan por alto.
Gracias por seguir ahí una semana más.
Algunos enlaces
Hace un par de semanas cerró el bar que había cerca de casa y eso me dio pie para escribir un texto que se publicó esta semana en Comer - La Vanguardia.
Lo que he leído
Estoy con Los Aborígenes: La Alimentación en la Evolución Humana, de Juan Luís Arsuaga y, como todo lo suyo, se lee bien, incluso si no estás demasiado puesto en paleontología, en antropología o si no has leído nada sobre prehistoria.
¿Ves como al final la gastronomía está ahí, incluso en mi tiempo libre?
Lo que he visto
He vuelto a ver La Selva Esmeralda (John Boorman, 1985) muchos años después y me sigue gustando. En su momento se vendió como una película de aventuras y sí, pero no. Es decir, algo de eso hay, pero el fondo es algo más complejo y, aunque en parte no haya envejecido bien -la película es de la época en la que un cierto ecologismo estaba de moda y, al mismo tiempo, se apunta un poco a una estética new age, en momentos puntuales, que empezaba a ser mainstream- sigue valiendo la pena.
Y con esta llevo 103 películas este año. Mejor ritmo que en 2022. Haberme quitado de las series, con alguna excepción, es lo que tiene.
Lo que he escuchado
Blur han sacado nuevo disco. 30 años después de su inmenso éxito había dos opciones: convertirse en una caricatura de sí mismos o aceptar los años, las barrigas, que la voz no llega a las notas más altas y que ya no apetece saltar mientras se canta y sacar un disco con arrugas, ojeras y una cierta sensación de resaca.
Por suerte se fueron por la segunda rama y, aunque nunca han sido mi banda preferida, ni siquiera lo eran entonces, me alegro de escuchar cosas como Goodbye Albert, impensables en los Blur de mediados de los 90. Hay muchas horas de escuchar a Bowie ahí dentro, pero también, creo, de pensarse a ellos mismos ahora y no como una sombra de lo que fueron.
Nino Ferrer es un clásico de la música francesa de los años 70. Esta semana se cumplen 25 años desde que se pegó un tiro en un campo de trigo. Justo hoy habría cumplido 89 años.
Su tema más conocido es Le Sud, que vendió en su momento más de un millón y medio de copias. Lo que no mucha gente sabe es que Le Sud fue una imposición de su discográfica, que se empeñó (con todo el acierto comercial) en regrabarla y que es, de hecho, la versión en francés de South, un tema incluido en su disco Nino and Radiah, de 1974m que vendió apenas 30.000 copias.
Agosto.
Totalmente de acuerdo. Solo añado que los periodistas tampoco somos amigos de los cocineros 😅
Amo a ver. Que saltar con la música siempre apetece. Que la edad ya no acompaña, eso también. Que tenemos la junta de la trócola rechinando a cada (medio) salto, y al levantarnos cada mañana nos cruje todo como si fuéramos bajeles del XVIII. Que tenemos ya dos rodillas: La buena y la otra. Pero si no nos siguiera apeteciendo el asunto del saltar no tendríamos alma, ni corazón, ni ná que se le parezca (8-)
Saludos.